Me describen como él loco, ese loco con palabras sin sentido,
pero mucha gracia. El loco que activa la sonrisa de
otra persona. Él loco que creen que está loco sin curriculum o cita en el psiquiatra
que lo demuestre. Un loco que se vuelve loco, de la puerta de su casa pa fuera, de amigos de confianza pa fuera, de un grupo de personas pa fuera, hasta
de personas desconocidas pa fuera. Pero de la puerta de su casa pa dentro, ese
loco, drogado por los bioquímicos que producen una estructura de su cerebro, se
debilita, se quita su traje de loco, su máscara, sin ese disfraz que aparenta
ser loco. De su casa pa dentro se encierra, se calla y se muerde la legua, para
no hablar o decir cualquier cosa, que tal vez a los demás puede incomodar. Ya no
soy él loco de la puerta pa dentro. Ya no soy él loco, ese loco que vive libremente
en las calles, en cualquier lugar, que lo hace sentir felizmente loco. Las calles
es su propio hogar su propio cuarto encerrado. Tal vez él loco piensa que todo
el mundo tiene que ser como él, loco. Será que no acepta que otras personas que
se encuentran con él de la puerta pa dentro están loco como él y, no se
comprenden por ser tan pero tan locos, todos locos, locos todos. ¿Qué loco es
uno verdad?
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